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“A pesar de los intentos de proclamarse otro rey, Dios conserva su promesa y es Salomón quien reina después de David”.

Los términos sabiduría y justicia son clásicos en la terminología de la Alianza.

El tema de la sucesión davídica es fundamental para la teología deuteronomista, porque confirma la promesa que Dios había hecho a David en 2Sam 7.

Ahora lee con atención 1Re 1-3, podrás constatar cómo, a pesar de los intentos de proclamarse otro rey, Dios conserva su promesa y es Salomón quien reina después de David.

En el capítulo 3 se resalta la nobleza y bondad de Salomón, quien consciente de ser muy joven para gobernar al gran pueblo de Dios, pide a Yahvé «un corazón atento para juzgar al pueblo, para discernir entre el bien y el mal» (3,9); a Dios le agradó esta súplica de Salomón y le concedió ser el rey más sabio de toda la historia.

En 3,16-28 se presenta un caso de juicio justo que realiza Salomón, léelo con atención porque tenemos mucho que aprender de él, y al final queda esta nota valorativa: «El juicio pronunciado por el rey llegó a oídos de todo Israel y cobraron respeto al rey, al ver que dentro de él había una sabiduría divina con la que hacer justicia» (v. 28).

Los términos sabiduría y justicia son clásicos en la terminología de la Alianza, de esta manera, mi amigo deuteronimista está subrayando la fidelidad de Salomón a la Alianza; esta es la clave para gobernar correctamente.

Salomón pidió «un corazón atento para juzgar», el juicio es una propiedad del razonamiento, sin embargo para Dios es importante hacerlo desde el corazón, sede del amor, de donde brota la bondad o la malicia, por eso es indispensable un buen discernimiento.