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“Fue una situación muy difícil y dolorosa. Un hecho que marcó la vida de las familias y de todo Tula”.

¿Cómo está Tula a un año de la inundación?

•          Con la incertidumbre de que vuelvan a vivir una experiencia como hace un año; algunas familias salieron adelante, poco a poco se han ido levantando con mucho esfuerzo, pero se mantienen con la zozobra de una nueva inundación.

•          Otras no han podido levantarse por situaciones de salud, por las circunstancias que le rodean.

•          La economía en Tula está difícil, muchas familias en situaciones de pobreza porque han encarecido las cosas.

•          Otras familias optaron por dejar sus casas, vender o rentar, pero no han regresado.

•          Otras más aun no logran habitar sus casas porque sufrieron daños estructurales.

•          Otras personas, con la vivencia de la inundación, cayeron de depresión, se agudizaron sus problemas de salud y fallecieron.

•          Otros siguen en tratamiento psicológico para salir delante de la pesadilla que vivieron.

¿Cuál fue la labor de la Iglesia desde el primer día de la tragedia?

•          Acompañar a las familias en las calles, se les brindó de inmediato alimento caliente, cobijas y lo necesario para cubrirse del frío.

•          Buscar quien regalara desayunos, comidas y cenas; organizar su entrega en las calles para que todos tuvieran alimento.

•          Visitar y platicar con la gente afectada, escucharla y ofrecerles ayuda hasta donde fuera posible.

•          Ayudarles a defender sus derechos, porque a los más necesitados no les hacían caso a sus peticiones.

¿Qué acciones se implementaron y cuántas personas se sumaron?

•          Desde el primer momento se abrió un centro de acopio.

•          Hubo mucha gente que se sumó a esta acción: personas que se dedicaron a armar despensas, organizar y contabilizar lo que llegaba, prestar sus camionetas para repartir en las calles.

•          Era muy constante la ayuda, unos se iban otros llegaban, siempre se mantuvo lleno el centro de acopio: teníamos las áreas de medicamentos, ropa, artículos para aseo personal, artículos para limpieza (escobas, recogedores, cubetas, cepillos); alimento, agua, zapatos, colchonetas.

•          Un equipo colaboraba en este trabajo y otro salíamos a las calles para ver las necesidades.

¿La Iglesia se mantiene en ayuda a familias afectadas? ¿Con qué acciones?

•          Sí, hasta el momento se les ha dado lo mayor posible, lo último: tanques de gas, mesas, sillas y pintura.

•          La Diócesis de Tula se sumó con la entrega de mobiliario nuevo.

•          A casi un año de distancia aún se les brinda ayuda cuando lo solicitan y analizando su situación.

•          Cuando llegan donaciones se les reparte, priorizando a los que aún no logran salir adelante.

•          Se les entrega despensa, ayuda económica a personas que se encuentran con problemas de salud y a los adultos mayores.

•          Se gestiona ayuda con asociaciones; la Iglesia es el vínculo.

¿Aún pueden sumarse personas o instituciones en ayuda de los damnificados? ¿De qué forma?

•          Sí pueden ayudarles, pero ahora desde otra organización porque hay familias que ya no necesitan y otras familias que ya no están, y que ahora llegaron a rentar, pero no son los afectados.

•          Ahora la ayuda pueda ser filtrada. Hay representantes por calle, y lo que podría ayudar es hacer un nuevo censo para ver cómo se encuentran y quiénes son los afectados.

•          La mejor ayuda es que el gobierno de verdad se preocupe por darles seguridad, arreglando lo del río; la obra va muy lenta y no garantiza una verdadera confianza. Cuando llueve la gente se inquieta y asusta; los acompaño a través de un grupo de WhatsApp, es la mejor forma de comunicarnos y de estar cerca de ellos.