« Es el único canto en griego que ha conservado la liturgia latina para subrayar el sentido oriental de «Hexomológesis»; es decir, la confesión y proclamación del señorío de Cristo resucitado sobre la humanidad y su historia »

Después del acto penitencial, siguen las invocaciones «Señor, ten piedad» (Kýrie, eléison), si es que no se usó el formulario III que ya las incluye.
Es un canto con el que los fieles aclaman a Cristo como el «Señor», piden su misericordia y regularmente deberán hacerlo todos, es decir tomará parte en él toda la asamblea.
Es el único canto en griego que ha conservado la liturgia latina para subrayar el sentido oriental de «Hexomológesis»; es decir, la confesión y proclamación del señorío de Cristo resucitado sobre la humanidad y su historia.
Esta antiquísima aclamación a Cristo, que primeramente fue usada como oración responsorial en la oración de los fieles, pasó desde muy antiguo a este lugar junto con la aclamación: Christe eléison.
Esta aclamación no es trinitaria, sino cristológica; es decir, dirigida a Cristo, Señor por excelencia, aunque tampoco es un canto deprecatorio.
El Señor ten piedad, forma parte de los cantos del ordinario de la Misa, por lo tanto cuiden los coros de no modificar la letra y de que su interpretación sea de una extraordinaria belleza, nobleza y sencillez.
Se puede recitar o cantar, pero procuremos cantarlo por lo menos en las celebraciones dominicales y en todas las solemnidades y fiestas; no se añada “de nosotros”, porque el texto del ordinario solamente dice «Señor, ten piedad».
La frase: «Señor, ten piedad» está en forma de letanía del tipo «invitación/respuesta»; un modelo así implica que la comunidad participe al canto del Kyrie eléison.