« El modesto profeta venido de la aldea encontró en la corte a un profeta de gran envergadura que se llamaba Isaías, y al parecer recibió su influjo literario: lo imita, por ejemplo, en los juegos con los nombres, repite algunas imágenes »
Miqueas conserva un estilo relativamente personal, vigoroso en el ataque.
Ahora te presento a un nuevo amigo, él se llama Miqueas: nació en Moréset Gat, una aldea de Judá, donde las montañas centrales comienzan a descender hacia el mar Mediterráneo.
Cuando comenzó su actividad profética todavía subsistía y resistía el Reino del Norte, Israel; conoció su agonía y sufrió con ella; escuchó la terrible destrucción de la ciudad de Samaría, capital entonces de Israel, y la deportación en masa de sus habitantes.
Conoció la invasión del rey de Asiria, Senaquerib, en Judea, el Reino del Sur, y respiró con la inesperada y maravillosa liberación.
Entonces era rey un hombre piadoso y emprendedor: Ezequías (727-689); entre sus grandes obras en Jerusalén se cuentan que fortificó la ciudad, excavó un túnel para asegurar el aprovisionamiento de aguas a la ciudad (quinientos metros de túnel cavado en la roca viva).
Este rey también promovió la compilación literaria (como es la primera redacción de la obra de mi amigo el Deuteronomista, ¿lo recuerdas?).
El modesto profeta venido de la aldea encontró en la corte a un profeta de gran envergadura que se llamaba Isaías, y al parecer recibió su influjo literario: lo imita, por ejemplo, en los juegos con los nombres, repite algunas imágenes.
Pero mi amigo Miqueas conserva un estilo relativamente personal, vigoroso en el ataque, capaz de apurar una imagen, en vez de sólo apuntarla (técnica que empleará mi otro amigo Ezequiel); en el siguiente número te comentaré el contenido de su obra literaria y teológica.