Crédito. Pbro. Josué Luna Ordóñez

En la vida de María nuestra Madre no todo fue de color rosa; la experiencia de vida de la Madre de Dios no fue privada del sufrimiento.
Una de las controversias teológicas discutidas en temas de Mariología es la participación de los sufrimientos humanos por parte de aquella que no tuvo pecado y que por tanto estaba exenta de las consecuencias del mismo, una de ellas la corrupción.
Si bien, el misterio no está agotado, la figura de María se entiende bajo la grandeza del misterio de la Encarnación del Verbo.
Dios ha querido preservar a María del pecado para dar al Hijo un cuerpo sin mancha; sin embargo, no ha suprimido las condiciones naturales por las que su cuerpo tiene que pasar en orden a su naturaleza biológica.
El que Dios haya permitido a María vivir el sufrimiento va unido íntimamente a Cristo en su misión redentora: María, con su dolor, ha participado en la salvación del género humano.
La imagen de la Dolorosa es un signo de que María obtiene de Dios el consuelo y la ayuda que son siempre dones gratuitos de la simple presencia divina, de estar en gracia.
Cuando comprendemos que el sufrimiento con valor y sentido sirve para la salvación, entonces no se evita sino se acoge con serenidad y esperanza, por ello en esta Cuaresma te invitamos a reflexionar sobre los dolores de María con esta obra de Pablo García Macho.