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Un gran marco encierra oráculos, o dichos proféticos, parciales.

El libro de Miqueas ofrece una disposición bastante clara, probablemente un editor final fue quien dio la forma definitiva al libro como ha llegado a nosotros y como ahora lo estudiamos.

Un gran marco encierra oráculos, o dichos proféticos, parciales; el marco es típico de un gran juicio: Dios se presenta en una grande Teofanía (1,2-4) para pedir cuenta de los pecados (1,5-7); a la Teofanía reacciona el profeta (1,8-9) y reaccionan una serie de localidades israelitas (1,10-16).

Este primer capítulo empalma con el sexto: se convoca el juicio y comienza el interrogatorio (6,1-5); el profeta se hace eco de la denuncia de Dios (7,1-6), pero, con todo, espera.

De hecho, sucede una restauración final (7,8-29) articulada en cuatro piezas a manera de diálogo: afrentas y esperanza (vv. 8-10), oráculo de restauración (vv. 11-13), súplica confiada (vv. 14-17), oráculo de perdón y conversión (vv. 18-20).

Este esquema o patrón de juicio de castigo y restauración se realiza en menor escala en otras secciones del libro, con reiteración de motivos.

En el capítulo 2: denuncia de las injusticias sociales de los poderosos y anuncio del castigo (vv. 1-5); los acusados reaccionan contra el profeta, quieren profetas cómplices, y Miqueas polemiza irónicamente con ellos (vv. 6-11); suena un breve oráculo de restauración, anunciando la vuelta de las ovejas desperdigadas en el desierto (vv. 12-13), pronunciado, quizá, por falsos profetas.

El próximo número continuará el análisis.