Seleccionar página

« Ya con casi 15 años al servicio de la educación soy una maestra inmensamente feliz por estar rodeada de lo más puro que puede haber: la niñez Pie. Esmeralda Lemus primero formó una familia y después se formó como docente »

Esmeralda Lemus primero formó una familia y después se hizo docente.

Crédito. Esmeralda Lemus Silva

Dios envió a un ángel para hacerme el llamado a esta noble y muy hermosa vocación de la docencia.

¿Cuándo nació mi vocación? ¡Difícil, pero hoy una realidad! Al concluir mi educación secundaria ingresé a la UAEH para estudiar y ser una trabajadora social, pero esa no era mi vocación, ya que solo estuve un semestre.

La segunda opción que tenía era ser maestra de preescolar, pero en los planes de Dios hacia mi persona tampoco estaba; de los cuatro filtros para entrar a la Normal Superior no pasé el último, pues ya estaba comprometida con un hijo y mi esposo (tenía 22 años), esto me frustró y entré en depresión.

Un día cuando menos me lo esperaba, Dios tocó a mi puerta por medio de una personita muy especial para mí: la maestra Elenita (mi tía, hermana de mi mamá), quien me dio la oportunidad de conocer e interactuar con mis primeros alumnos.

Mi gran ángel me platicó que en la escuela donde ella trabajaba no había maestro para cubrir un grupo y las autoridades educativas estaban en busca de una persona que cubriera el interinato en lo que la SEP mandaba al maestro titular para el grupo, y pues así fueron mis primeros inicios.

Ahora ya con casi 15 años al servicio de la educación soy una maestra inmensamente feliz por estar rodeada de lo más puro que puede haber: la niñez.

En cada inicio de ciclo escolar y con grupo nuevo siempre les digo a los padres de familia: “Trato a sus hijos como quiero que traten a los míos, pues también soy madre”.