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En este 10 de mayo, con ocasión del Día de las Madres en México, saludo con gran afecto a todas las mamás que peregrinan en la Provincia Eclesiástica de Hidalgo.

Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez

En este 10 de mayo, con ocasión del Día de las Madres en México, saludo con gran afecto a todas las mamás que peregrinan en la Provincia Eclesiástica de Hidalgo y pido la protección de Nuestra Señora, la Virgen de Guadalupe, Madre de Jesús, para que las cuide, las bendiga y puedan ser para sus hijos e hijas, reflejo de la ternura y amor que Dios nuestro Padre nos tiene; también elevo mi oración por las mamás que nos acompañan desde el cielo.

Nuestras mamás siempre guardan en nuestro corazón un lugar muy especial, ya que su dignidad y grandeza son insustituibles para la felicidad y unidad de nuestras familias.

Son colaboradoras incansables en nuestra educación y formación: su entrega callada, pero rebosante de bondad y cariño llenan nuestras vidas y la vida de la sociedad de amor y de esperanza.

San Juan Pablo II decía que la armonía, serenidad y alegría de la vida de familia dependen en gran medida de la mujer, esposa y madre, quien, con su intuición, tacto, afecto, paciencia y generosidad, suaviza asperezas y tensiones.

Ella levanta los ánimos decaídos y ofrece un puerto acogedor en el cual refugiarse cuando afloran los problemas en cualquier edad de la vida.

Gracias queridas mamás por lo que son en la familia y por lo que dan a la Iglesia y la sociedad, sin ustedes el mundo sería inhumano, son la garantía para vernos y sentirnos hermanos.

Bendiciones abundantes en este día y siempre.