« Los maestros realizan el arduo trabajo de sembrar y cultivar en cada uno el deseo por conocer y aprender lo que es bueno, verdadero y bello; nos ayudan a descubrir el anhelo por ser grandes y no tener miedo a crecer; nos impulsan a enfrentar los cambios y a vivir con alegría, amor y esperanza »

Quiero saludar y reconocer a todos los maestros y maestras que con vocación y entrega generosa día a día viven con pasión y entusiasmo la noble tarea de sembrar amor, vida y esperanza en el corazón de los niños, adolescentes y jovenes, esperanza y futuro de un México más justo, fraterno y en paz.
Los maestros realizan el arduo trabajo de sembrar y cultivar en cada uno el deseo por conocer y aprender lo que es bueno, verdadero y bello; nos ayudan a descubrir el anhelo por ser grandes y no tener miedo a crecer; nos impulsan a enfrentar los cambios y a vivir con alegría, amor y esperanza.
La labor del maestro, como vocación y misión, es el acto más noble de cercanía, amor y servicio entre los seres humanos que requiere coherencia y testimonio, siendo este más elocuente que las palabras.
El maestro es el que enseña a vivir, habilita a la persona a descubrir el bien y a crecer en la responsabilidad; a buscar la sana armonía en las relaciones consigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios; a apreciar en toda su dimensión y significado los valores humanos universales de atención, tolerancia, respeto y solidaridad, los cuales serán su mejor herramienta para rechazar o denunciar toda amenaza a la integridad moral, física y psicológica que atente a la dignidad de la persona y de la vida.
En su dificil tarea no pierdan los ánimos ante las dificultades y contrariedades, ante la incomprensión, la oposición, la desconsideración, la indiferencia o el rechazo de sus educandos, de sus familias o de la sociedad.