El 1 de mayo celebramos la fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, celebración que coincide con el Día Mundial del Trabajo.
Mons. Juan Pedro Juárez Meléndez, obispo de Tula.
El 1 de mayo celebramos la fiesta de San José Obrero, patrono de los trabajadores, celebración que coincide con el Día Mundial del Trabajo.
El trabajo digno y bien remunerado es un derecho fundamental de todo ser humano, mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a sus propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre.
La realidad que vivimos es compleja y delicada, las grandes transformaciones que se están dando en todos los ámbitos de la vida nos presentan nuevos retos y desafíos.
Aunque desde hace años en nuestra patria se hacen esfuerzos por crear fuentes de trabajo con todas las prestaciones de ley, lo que prevalece es el trabajo informal que no puede satisfacer las necesidades básicas para sostener dignamente una familia.
La pandemia, además de haber dejado dolor sufrimiento y muerte, también ha dejado una economía vulnerable, a esta situación se añade la inseguridad y la violencia cada día más creciente, que frena e inhibe toda iniciativa de buscar mejores condiciones de trabajo y de progreso ante el temor de ser asaltado en cualquier parte e incluso en el hogar, sin tener garantizada la seguridad pública.
A pesar de estas y otras situaciones adversas no perdamos la esperanza de que juntos podamos buscar el progreso de nuestra patria por caminos de justicia y de paz a través del trabajo responsable y honesto, que dignifica y santifica a todo buen trabajador.
En una sociedad que busca su desarrollo integral, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no sólo es un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal y familiar.
En el número 162 de la encíclica Fratelli Tutti, el Papa Francisco afirma que «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo».
Con frecuencia se piensa que la mejor ayuda para un pobre es darle dinero; sin embargo, esa es una solución provisoria para resolver urgencias.
El gran objetivo sostiene el Papa Francisco en su carta encíclica Laudato si, debería ser siempre permitirle una vida digna a través del trabajo (LS 136).
Felicidades a todos los trabajadores de la Provincia de Hidalgo: campesinos, obreros, profesionistas, empresarios, comerciantes, transportistas, oficinistas, trabajadores formales e informales, de base o temporales.
Que San José Obrero, el humilde carpintero de Nazaret, quien personifica la dignidad del trabajador esforzado, interceda por ustedes y sus familias para que el Señor les conceda siempre un trabajo digno, estable y bien remunerado.